En la palma de tu mano, Camilo
- En la palma de tu mano, Camilo

No fue, no es ni será el 6 de febrero un día cualquiera o un día más para quienes habitan el municipio de Yaguajay.
Como ocurre cada año (más de una vez a lo largo de sus 365 amaneceres), estudiantes de distintas enseñanzas, combatientes, representantes de organizaciones, del Partido, del Gobierno y pueblo en general llegan hasta el Complejo Histórico Comandante Camilo Cienfuegos para reverenciar al héroe universal de esta porción espirituana, entrañablemente suya, de suelo cubano.
Quienes observan, con emocionado respeto, desearían estar ahí, plantando nada más y nada menos que una palma real (tampoco cualquiera), identificativa de los 93 años que está cumpliendo ese hombre que sigue remontando almanaques bajo la elegante y legendaria ala de su sombrero.
El momento se inserta en las originales formas que vuelve a tener a mano Yaguajay, para abrazar, más allá de lo virtual, a su Camilo, mediante ofrendas y flores en el conjunto erigido a él, a su vigencia, a quienes integraron el Frente Norte de Las Villas…
Entidades del territorio jamás dejarían escapar la oportunidad para rubricar convenios de colaboración con el Complejo Histórico.
Aunque Camilo es un habitante más de aquí, muy vivo por cierto, nunca está de más echar cimientos –como esos convenios– para acentuar el conocimiento en torno a quien, no por casualidad, Cuba también conoce y reconoce como Señor de la Vanguardia.
Y habrá arte grande entre los más pequeñines, y un Yo pinto a Camilo como para lamerse los dedos con pincel y todo, y una llama eternamente en llamas, bien cubana, a contrapelo de la frialdad con que, desde hace 65 calendarios, la envidia imperial quiere congelar las mil y más anécdotas del Héroe… sin haberlo podido lograr con una sola de ellas.
Pero no es solo Yaguajay. Es Cuba toda. Es la humilde vivienda ubicada en Pocito, No. 228, en Lawton –hoy Museo y Monumento Nacional–, donde confluyen pioneros, estudiantes de secundaria básica, de preuniversitario, y Rolando Mosquera Cáceres luce orondo una camiseta deportiva de Barbudos, y un niño llamado Félix Lorenzo encarna a Carlos Puebla, con su Canto a Camilo.
Hablo de la misma casa, en fin, donde Camilo nace y nace, crece y crece, está y está, todo el tiempo, excepto cuando se da una escapadita hasta Santiago de Cuba, para poner una paloma blanca en el hombro derecho de la piedra donde, en respetuosa reverencia, se inclinan, entre enero y diciembre, tantos visitantes