Nueva York.–Malcolm X y Fidel estarían felices de un momento como el de este lunes en el Memorial y Centro Educativo Malcolm X y doctora Betty Shabazz, donde el Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, rindió homenaje al hombre que puso una x en su identidad, porque sus ancestros se habían perdido en el tiempo, no eran reconocibles por culpa de la esclavitud, ese episodio que ha sido el más vergonzoso de la «civilización».
Estarían felices. No lo afirma cualquiera: nos lo dijo la escritora afroamericana Rosemarie Mealy, autora de un libro sobre el encuentro que hace 63 años sostuvieran el líder histórico de la Revolución Cubana y el luchador por los derechos civiles.
La historia se repite. El imperio pretende aislar todo símbolo o rostro visible de lo que Cuba significa. Al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, cuando vino hace 63 años a esta ciudad, para hablar en las Naciones Unidas, intentaron neutralizarlo –afán absurdo e ineficaz–, y a Díaz-Canel quisieran hacerle lo mismo. Pero esa maldad solo ara en el mar.
Cuando el 19 de septiembre de 1960 se produjo el encuentro entre Fidel y Malcolm x, este le dijo al líder cubano: «Mientras el Tío Sam esté contra ti, sabes que eres un hombre bueno». En algún momento de aquel diálogo de confluencias en lo filosófico y en lo político, el Comandante en Jefe le dijo a Malcolm X: «Luchamos por toda la gente oprimida».
Cuando Fidel escuchó lo del Tío Sam señaló con un dedo a «las revistas y los periódicos». Todavía no se había producido el cambio de época por cuenta de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación; pero en esencia el ataque era el mismo: cambiar verdades por mentiras, disparar contra una imagen, hacer añicos los símbolos que no encajan en el redil de los sometidos.
No ha sido fortuito, entonces, que, en la fresca noche de ayer, en el barrio de Harlem, el Presidente Díaz-Canel haya rendido tributo a un hombre rebelde y de ideas incómodas: Malcolm X.
Los herederos del legado de Malcolm X le dieron una calurosa bienvenida. «Usted siempre va a ser bienvenido a casa», se escuchó en el amplio recinto. Allí, la doctora Ilyasah Shabazz, hija de Malcolm X, expresó al dignatario que el Memorial tenía el honor y el privilegio de dar la bienvenida a los amigos llegados desde el país caribeño.
Mi padre, dijo, honró lo que Fidel Castro simbolizaba, y le expresó al Presidente Díaz-Canel que «su visita rinde tributo a la alianza forjada entre Cuba y Malcolm X». Fidel y mi padre, afirmó, se atrevieron a luchar por un mundo mejor.
Luego compartió sus impresiones la escritora afroamericana Rosemarie Mealy. «Hemos reafirmado los vínculos que unen a nuestras naciones»; y a esa idea sumó la palabra «legado» como algo valioso, derivado del encuentro de hace 63 años.
PALABRAS DE HERMANO
«Amigas y amigos, o mejor dicho, hermanas y hermanos», fueron las primeras palabras pronunciadas por el dignatario, quien agregó que conmemoramos un nuevo aniversario de un encuentro que cimentó las relaciones entre dos naciones. Dijo que la relación entre Fidel y Malcolm X estuvo basada en la solidaridad, y por eso afirmó que la lucha común, además de ser por romper el injusto bloqueo, es para dar continuidad a ese espíritu.
Compartió vivencias sobre el interés de los jóvenes cubanos, los de su generación, por leer el libro con la biografía de Malcolm X. Leer esas páginas, afirmó, consolidó valores como la defensa de la justicia social, y la solidaridad con los pueblos de África.
El Jefe de Estado recordó que creció leyendo y oyendo hablar de Malcolm X. «Él fue uno de los héroes verdaderos que la Revolución nos enseñó a respetar y amar».
Expresó que, a propósito de un recorrido reciente por naciones africanas, vivió el repaso de la historia de «nuestros comunes ancestros» llegados a América en los barcos de los traficantes de esclavos que no solo arrancaron a aquellos seres humanos de sus tierras, de sus comunidades, de sus raíces. Los obligaron, recordó, a llevar los nombres de quienes se apropiaron de sus vidas para explotar su fuerza de trabajo. Cortaron así, del modo más brutal y humillante, uno de los legados más sensibles de cualquier ser humano: la familia.
«Quien primero nos hizo pensar en esa dimensión del crimen de la esclavitud fue Malcolm, con esa x que reivindicaba la rama desconocida de su ascendencia», dijo el Jefe de Estado.
Por Fidel y por Cuba –expresó– desafió también a los poderes imperiales: «La Revolución no olvidará jamás su papel en la invitación al líder rebelde y su delegación para hospedarlos en el hotel Theresa, en el corazón del barrio negro de Harlem, cuando se pretendía boicotear la presencia cubana en Naciones Unidas, en 1960».
La muerte violenta del líder afroamericano fue un duro golpe para su familia, muy en especial para su esposa Betty Shabazz y sus hijas, reflexionó. «Fue un golpe también para quienes se inspiraban en su liderazgo, su verbo elocuente y su creciente compromiso con la justicia».
Por eso hemos venido a honrar a Malcolm X y, con él, rendir tributo a nuestros hermanos y hermanas afroamericanos, al pueblo de los Estados Unidos, a quienes luchan por la justicia, contra la explotación y la segregación. A todos los que creen, como Malcolm y Fidel, que un mundo mejor es posible, recalcó el dignatario.