Industriales por Excelencia.
- Industriales por Excelencia.

CUENTAN que un francés quedó maravillado con el alumbrado de La Habana en 1837. Entonces los faroles de aceite pululaban dentro y fuera de la urbe. Pocos años después comenzó el auge de la industria energética, al terminarse la construcción de una fábrica de gas en Tallapiedra, rememora el ingeniero metalúrgico Orlando Nacer Avvad, especialista de la Oficina Nacional de Diseño. Curiosamente, indica, seis meses antes de iniciarse el alumbrado eléctrico en los Estados Unidos, se produce en Cuba la primera exhibición de este sistema, si bien a menor escala, en el café El Louvre, frente al Parque Central. La Habana fue la segunda ciudad en el continente americano, después de Nueva York, en tener luz eléctrica.
De acuerdo con fuentes documentales, los ingenios azucareros fueron los primeros en utilizar el servicio eléctrico, quizás con el propósito de extender la jornada laboral. Las autoridades de la Isla permitieron, en junio de 1899, la instalación de alambres y lámparas eléctricas en la Plaza de Armas, y posteriormente fueron sustituidas las de gas en los parques. A partir de entonces, se generaliza el uso de la energía eléctrica en las ciudades importantes.
ORÍGENES
Al hablar del desarrollo industrial durante la Época de la colonia, no puede soslayarse el papel que jugó la naciente industria de los materiales de la construcción, estima el ingeniero químico Leonel Amador Pérez.
Existen evidencias de que las autoridades españolas de la época dictaron medidas para que las casas tuvieran techos de tejas, lo cual propicia el incremento de los tejares en la ciudad. Esas medidas, lógicamente, impulsaron el trabajo de cantería. Quinta Avenida, por ejemplo, era una zona de canteras. Con el paso del tiempo, estas se trasladaron hacia las afueras de la villa, refiere el también asesor del actual ministro de Industrias. Otro de los orígenes de la evolución industrial, asegura, estuvo en la fundición y la forja para hacer los enrejados que caracterizan a las construcciones de los siglos XVII, XVIII y XIX.
Los trabajos de fundición ya servían de apoyo a la industria azucarera, y en los inicios de la Época colonial eran muchos los centrales que estaban ubicados por doquier, incluso, en la ribera del río Almendares. El primer trapiche de la ciudad estuvo en Belascoaín y Zanja, sostiene Amador Pérez. Con el decurso de los años solo perduró el central Toledo, en Marianao.
A mediados del siglo XIX, agrega el experto, empezó a desarrollarse la industria de la jabonería con los hermanos peninsulares Sabatés Costa, en la calle Matadero No. 1; y los Crusellas Vidal, en la Calzada de Monte. La tenería fue una industria que evolucionó durante la colonia.
Entonces no había fábricas de calzado, pero existían los zapateros integrales. Esas producciones manufactureras, al igual que las confecciones textiles, transitaron de formas artesanales a procesos industriales debido al avance tecnológico.
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