Así comenzamos: Una aproximación.
- Así comenzamos: Una aproximación.

Por: Eugenio Súarez Súarez
Más de sesenta años de una revolución triunfante que, desde los primeros días de enero de 1959, ha tenido que desafiar muchas y complejas adversidades, a veces olvidadas, no siempre recordadas y para algunos desconocidas. Medio siglo de enfrentamiento al imperio militar, industrial, financiero y comercial más poderoso de la Tierra y de la historia, Estados Unidos de América, empeñado en destruir una Revolución, que desde sus inicios se definió de los humildes, para los humildes y por los humildes. Los cubanos fuimos al fin los dueños del destino de la nación, pero al mismo tiempo se inició la dura confrontación bilateral con Washington. Desde entonces, el enfrentamiento entre Estados Unidos y la nación cubana entró en una etapa que perdura.
ADVERSIDADES INICIALES
Una de las primeras adversidades fue encontrada en las arcas de la República. Cuando Fulgencio Batista dio el golpe de Estado, el 10 de marzo de 1952, la reserva monetaria del país era de 531 millones de pesos, y el amanecer del 1ro de enero de 1959, solo había 70 millones. El 6 de febrero de ese año, es decir, cinco semanas después del triunfo, el Banco Nacional de Cuba reveló que los principales cabecillas del régimen derrocado habían malversado o se habían robado 424 millones de dólares de los recursos que en oro y dólares respaldaban al peso cubano. Ese recurso fue a parar a los bancos norteamericanos y a Cuba nunca fue devuelto.
Con esas raquíticas reservas se inició, económicamente, la Revolución. La dirección revolucionaria pensó que iba a engrosar los fondos de la reserva, con la zafra azucarera de 1959, pero sucedió que ese año Europa logró una producción extraordinaria de azúcar de remolacha —según dicen una zafra record— que incidió en que el precio del azúcar bajara y Cuba no obtuviera la ganancia esperada.
A esas bajas reservas se le unió una deuda externa ascendente a 788 millones de dólares y una balanza comercial desfavorable con Estados Unidos que alcanzaba los 603,4 millones de dólares.
Las pocas reservas monetarias y las muchas deudas externas fue parte de la herencia que recibió la Revolución, además de centenares de miles de personas sin trabajo y el país subdesarrollado y arruinado, con un pueblo al que todos prometían y engañaban.
Bajo esas condiciones, el pueblo ya liberado comenzó a aspirar a la satisfacción de todas sus necesidades. Esta situación hizo exclamar al líder de la Revolución: "Creemos que nos hemos ganado un premio y lo único que nos hemos ganado es el derecho a empezar a construir nuestra patria. No hemos heredado una patria construida".1
Las adversidades eran incontables: un país sin carreteras ni caminos, sin acueductos ni alcantarillados, sin hospitales ni policlínicos. Desde el 20 de mayo de 1902, pasaron 57 años de soluciones virtuales, porque los presupuestos existían pero las obras no se construían. Un país, además de saqueado y arruinado, con cientos de miles de analfabetos, 400 mil niños sin escuelas y más de 10 mil maestros que no poseían aulas. El cuadro que encuentra la Revolución el día que triunfa lo dibuja el compañero Fidel en breves palabras:
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