dolor e indignación que acompañó su sepelio, Frank parecía seguir ganando batallas al régimen aún después de muerto. Su caída representó una irreparable pérdida, no solo para el Movimiento 26 de Julio y la insurrección, que se quedaban sin su líder clandestino más brillante y capaz, sino también para todo el pueblo cubano, que nunca llegó a conocer realmente, al decir de Fidel, cuánto había en Frank «de grande y prometedor».
No puedo hablar de él como no era:
No fue poeta.
Los versos que escribiera, balbuceaban la voz,
iban saliendo,
pero por muchas cosas se quedaron
a mitad de camino.
No fue pintor.
He visto emocionado los dibujos.
Y sin embargo, la mente, el corazón, la mano,
quedaron en el aire como un trazo empezado.
No fue músico.
Porque aquellas sonatas
eran signos borrosos, no cuajados,
que sólo algunos pocos escucharon.
No fue padre.
Se guardó su simiente en la pureza
de los hijos futuros.
Fue un niño a quien recuerdo
diciendo afirmativamente y siempre:
Quiero.
¡El ser que mutilásteis,
asesinos,
era, en resumen, todo lo posible!
César López

