Voto por una Asamblea Nacional con el magisterio de Fidel
Fidel es el maestro de la Revolución triunfante. Es natural apelar a su prédica para que los olvidadizos recuerden de dónde vienen las bases de nuestra democracia, aprobadas, además, en nuestra Constitución.
Por supuesto que podemos y debemos perfeccionarla, pero no copiando un modelo cada vez más fallido que ha propiciado el poder para los más enriquecidos y condicionado el empobrecimiento de millones de terrícolas, no solo en África, Asia y América Latina, sino en los países llamados desarrollados, de mercados atiborrados de productos cada vez menos alcanzables, porque suben los precios, no aumentan los salarios y los ricos se enriquecen más aún en las peores crisis.
Solo hay que estar al tanto de las noticias para percatarse de que la celebrada democracia occidental está abriendo cauces al fascismo cuando propicia que todo un continente, presuntamente viejo y culto, niegue y persiga la gran cultura rusa como los nazis hicieron con los judíos, mientras se convierte en vasallo de un imperio que tiene récord de intervenciones militares en todo el planeta y para el cual nunca se han pedido sanciones.
¿Y qué democracia existe en el mundo cuando un país, el más poderoso militar y económicamente, decide tiránicamente qué sistema debe regir a los otros, cuál es terrorista, cuál viola los derechos humanos, cuando en su territorio ocurren las mayores tragedias, las peores violaciones y millones de sus ciudadanos viven en la pobreza?
Parece un crimen de lesa democracia tener un único partido en un país pequeño, bloqueado, acosado, asfixiado por sanciones extremas, que ha tenido que acudir a la unidad más férrea para resistir a su vecino poderoso y enemigo voluntario.
¿Y por qué no parece un crimen que la mayoría de los multipartidos existentes defiendan los intereses de las trasnacionales, de los que explotan los recursos de otras naciones empobrecidas, de los millonarios que pagan a senadores, congresistas, presidentes, sus campañas electorales para asegurar la dictadura del dinero?
La democracia al uso no evitó la destitución de Dilma y el encarcelamiento de Lula en Brasil, ni el golpe de Estado en Bolivia, ni la represión brutal a los peruanos, ni a los franceses en estos días.
Tales sucesos no despiertan la indignación de los analistas foráneos y nativos que agreden y califican de dictadura al Gobierno cubano cuando ha tenido que evitar el caos y los intentos de desestabilizar el país, en medio de una crisis cierta, condicionada no solo por errores propios, sino por el incremento de sanciones que la mayoría de países pobres del mundo no tienen, pero sí sufren de crisis sin haber intentado el socialismo.
La imperfecta democracia cubana garantizó ventajas para la mayoría no alcanzadas en otros sitios del mundo y afectadas en verdad en los años más recientes por la pandemia, la crisis internacional que dejó incremento de sanciones.
No hay que olvidar la capacidad de reacción que hubo ante el tornado, la rapidez en levantar las viviendas afectadas, ni la maravilla de las vacunas cubanas contra la covid, dos ejemplos de la voluntad y las posibilidades de encontrar soluciones a los problemas, soluciones que serían mayores sin las presiones de un imperio que debería avergonzarse, si tuviera vergüenza, de pretender rendir por hambre a una nación 200 veces más pequeña territorialmente, contando ahora con esa horda que alimenta en el sur de la Florida y ha mostrado su zafia identidad durante el Clásico de Béisbol.
Ante ese panorama mundial, luego de recibir toda la información, como debe ser, de la candidatura a la Asamblea Nacional, votaré por todos para apoyar nuestra democracia inclusiva, donde cualquier ciudadano honesto y dispuesto a trabajar por el país puede ser diputado sin gastar un centavo, ni recibirlo por su labor al servicio de la nación.
Asamblea Nacional que cuenta con el magisterio de Fidel para cambiar todo lo que deba ser cambiado para el bien de todos, principio de la dialéctica revolucionaria que dejó como legado también.