El Día de las Fuerzas Armadas Revolucionarias es una conmemoración nacional de arraigo popular. En no pocas ocasiones, sobre todo en los aniversarios cerrados, se han organizado grandes desfiles militares en la capital del país, en la Plaza de la Revolución José Martí.
Pero la mayoría de las veces, los festejos han tenido lugar en las unidades militares, donde los recuentos de los logros anuales de la preparación combativa y de otras tareas cotidianas de las tropas se hacen en presencia de población invitada, entre ella pioneros y estudiantes.
En más de una oportunidad, en las tradicionales ceremonias de ascenso en grado realizadas en esas jornadas, los oficiales reciben las nuevas charreteras de manos de familiares cercanos, un derecho que estos se han ganado por el apoyo que dan desde sus hogares.
¿Por qué la celebración se desarrolla el 2 de diciembre? Esto lo aclaró el General de Ejército Raúl Castro en una entrevista publicada en Verde Olivo y en este diario en ocasión del Aniversario 45 de la institución armada. Nadie mejor que él para hacer las precisiones. La amplia trayectoria de combate que lo llevó a convertirse en el segundo jefe de la Revolución Cubana lo ubica entre los expedicionarios que llegaron, en igual fecha de 1956, a las costas de Cuba a bordo del yate Granma, tras una tensa etapa de preparación en el exilio mexicano.
Se escogió ese día, dijo Raúl, porque nacieron el Ejército Rebelde y sus herederas, las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
«Desde luego, podría ser el 30 de Noviembre, en que los combatientes del 26 de Julio, vistiendo por vez primera el uniforme verde olivo, se alzaron en Santiago de Cuba, heroica acción concebida como una operación de apoyo al desembarco, que habría de producirse simultáneamente. Pero el Granma, sobrecargado, navegó con menos velocidad que la calculada.
«El 2 de diciembre, los 82 expedicionarios del Granma bajo el mando del Jefe de la Revolución, pisamos el suelo de la Patria, desafiando el poderío del enemigo que hizo fuego aéreo y naval contra nosotros apenas amaneció y, a partir de ese día, la lucha sería ininterrumpida hasta la victoria del Primero de Enero de 1959».
Y acotó: «El desembarco del Granma marcó el reinicio de la lucha por conquistar la plena independencia, en la etapa final de esta lucha».
Raúl, un hombre que ama, estudia y referencia constantemente la historia del país, proceso que le ha servido en el propósito de evaluar la voluntad de lucha del pueblo y su capacidad para sobrevivir a las adversidades, precisó en la citada entrevista que los expedicionarios del Granma cumplían la promesa pública hecha desde México por Fidel: «En 1956, seremos libres o seremos mártires».
Aseveró que reanudaban el combate inconcluso en el Moncada, donde cayeron muchos hermanos, y argumentó que eran la expedición armada con que habían soñado Mella y Guiteras para liberar a Cuba.
«Pero aún más lejos, lo he dicho alguna vez: seguíamos las huellas de Antonio Maceo, Flor, José y otros veinte combatientes que embistieron con la proa de la goleta Honor la playa de Duaba, con solo once fusiles, el primer día de abril de 1895. De Martí, Gómez y “una mano de valientes” que desembarcaron en Playitas, once días después, en un pequeño bote sin nombre, que muy bien podría llamarse también Honor.
«Era la misma lucha que aquella del 95 y también que la anterior, iniciada por Carlos Manuel de Céspedes en el 68».
En esa valoración se aprecia coincidencia total con el Comandante en Jefe Fidel Castro, organizador de la expedición y del Ejército Rebelde, al que, en el informe al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, definió como «el alma de la Revolución».
«De sus armas victoriosas emergió libre, hermosa, pujante e invencible la patria nueva. Sus soldados reivindicaron la sangre generosa vertida en todas las contiendas por la independencia y con la suya propia cimentaron el presente socialista de Cuba. Las armas arrebatadas a los opresores en épica lucha, las entregaron al pueblo y con el pueblo se fundieron, para ser desde entonces y para siempre el pueblo armado», aseveró con total convencimiento.
El análisis histórico de lo sucedido desde entonces confirma que las actuales Fuerzas Armadas Revolucionarias no se han desviado ni un milímetro de ese principio a pesar de los esfuerzos enemigos por quebrantarlo, como se aprecia en los renovados intentos de revertir el curso del socialismo en Cuba mediante la aplicación de los manuales de procedimientos sobre golpes blandos o revoluciones de colores.
Probado está que el «líder» de la pretendida marcha ilegal del 15 de noviembre viajó durante 2018 a Argentina, invitado por el Centro para la apertura democrática en América Latina (Cadal), con el fin de participar en un seminario coordinado por el proyecto Tiempos de cambios y el nuevo rol de las Fuerzas Armadas de Cuba.
Los que buscan entregar la soberanía vierten lodo sobre la fidelidad de los miembros de las FAR a la Revolución, lo que relacionan con un mecánico y cotidiano adoctrinamiento ideológico, pero no tienen en cuenta que de haber sido así actuarían con temor y no apoyarían ni participarían activamente en la preparación del pueblo para la defensa.
Desde los oficiales de más alto rango hasta los sargentos y soldados manifiestan interés constante por la instrucción militar de los miembros de las Brigadas de Producción y Defensa y de las Milicias de Tropas Territoriales. Para estos hay armas y otros medios conservados por las FAR; la que no dudará en ponerlos en función del sistema defensivo territorial organizado a lo ancho y largo de Cuba.
La concepción estratégica de la Guerra de todo el pueblo, concebida por Fidel, postula que cada cubano tiene un lugar y un medio para combatir en caso de una agresión militar protagonizada por ejércitos extranjeros y los acólitos que los acompañen.
Retornar victoriosos de las misiones internacionalistas en África, asumir la preparación combativa creativamente en épocas de limitaciones materiales, desarrollar procedimientos tácticos que permitan oponerse a fuerzas superiores en hombres y recursos bélicos, poner la ciencia en función de la modernización del armamento, producir la mayoría de los alimentos que se consumen en las unidades militares y disponer de empresas que aportan ingresos sustanciales a la economía, son frutos de la conciencia nacida en el bregar cotidiano junto a los compatriotas civiles.
Por esas razones se sumaron al enfrentamiento a la COVID-19 al dedicar a tiempo completo los hospitales militares a la atención a los pacientes graves y críticos, y no dudaron en producir oxígeno medicinal en plantas de la fuerza aérea y utilizar sus aviones y helicópteros para llevarlo a cualquier sitio de la nación cuando el país lo necesitó.
No variará ese concepto de colaboración que garantiza la supervivencia de la Patria. Raúl, en su informe al 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba, al evocar a Fidel, reafirmó que «las Fuerzas Armadas Revolucionarias, nacidas del Ejército Rebelde, no han renunciado ni renunciarán a ser por siempre el alma de la Revolución».