La responsabilidad social empresarial hay que incentivarla al margen de la situación del país
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El sistema empresarial cubano enfrenta la urgencia de concretar muchas transformaciones para responder a los complejos retos del país.
En ese camino, debe asumir su responsabilidad social para evitar un divorcio entre una economía orientada a la generación de utilidades y un Estado cargado con el peso de la esfera social y solo provisto de la herramienta redistributiva.
«Una empresa nace y se hace para la sociedad». Cuando funciona de manera eficiente y competitiva, contribuye al sostenimiento de la seguridad social y a los servicios ofrecidos a la población.
En caso contrario, «todo se desmorona». Esa sentencia, sostenida por los conocimientos de varias décadas de estudio, pertenece a Martha Zaldívar Puig, doctora en Economía y profesora titular del Departamento de Ciencias Empresariales de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana, consultada por Granma para conocer sobre los deberes de las empresas hacia la sociedad cubana.
Seguidora de la Teoría de los Sistemas, asegura que, cuando cada parte cumple su función y actúa en equipo, todo entra en armonía y ocurre un efecto llamado sinergia, conducente a resultados muy superiores.
–¿Qué esferas contempla la responsabilidad social empresarial?
–Una de ellas consiste en los trabajadores encargados del funcionamiento de las maquinarias para producir los bienes y servicios. Asimismo, el cuidado del medioambiente en los lugares de asentamiento de cada empresa.
Por último, están las partes interesadas. Las empresas constituyen sistemas abiertos, interactúan con macro y microentornos formados por el sistema educativo y jurídico, organismos y otras empresas relacionadas, los clientes, las comunidades, entre otros elementos.
«La empresa recibe tecnología, maquinaria, finanzas y luego, hacia el entorno, ella envía lo mismo, enriquecido.
«Las ganancias le posibilitan subsistir y crecer, además de reproducir a la fuerza de trabajo a través de los salarios y otros mecanismos de atención.
–¿Cada empresa debe atender de igual forma a su fuerza de trabajo, según sus características?
–No. Los índices de responsabilidad social consideran la atención a los trabajadores distintivamente. Si en tu fuerza laboral hay muchachas jóvenes, sabes que en algún momento tendrán hijos y debes planificar un cuidado para esas personas.
«Vi una empresa en Andalucía con un porciento altísimo de personas con determinada minusvalía porque la diseñaron así, y existe una política del Gobierno andaluz para auspiciar estas iniciativas con el pago de una parte de los salarios. La empresa no podría hacer eso sola, sin apoyo.
«Yo tengo un anhelo de que este tipo de prácticas se multipliquen a escala planetaria, y en nuestro país, donde hay un pueblo tan inteligente, con tanta cultura, y donde tenemos también, igual que en otras naciones, minusválidos con necesidades de crecer personalmente, y eso resulta posible con un enfoque de responsabilidad social».
–¿Cómo lograr el involucramiento social de empresas con distintas formas de propiedad?
–Persiste un malentendido: el asunto de la propiedad es una cosa, y la gestión, otra. Muchos Estados son propietarios de empresas, pero le pagan a un equipo directivo eficiente para manejar la gestión. En la mayoría de los países, esa confluencia de empresas de diferente propiedad existe.
«Creo que no es posible, en las condiciones de nuestro país, hacer esa diferenciación. Debes observar quién hace, qué y cómo, y auspiciar los encadenamientos más convenientes con incentivos. Es mucho, tanto lo que necesitamos, de tal magnitud, que urgen políticas públicas para propiciar los encadenamientos de forma correcta.
«Parte de la resistencia al cambio en el mundo radica en el temor de volver atrás con algo prometido. Entonces, las personas implicadas deben recibir la confianza de la llegada de esos convenios a buen puerto.
«Todos son empresarios, aunque uno posee la propiedad del Estado, el otro la individual y el otro la propiedad cooperativa. El banco desempeña un papel fundamental en el otorgamiento de créditos más blandos.
«Hay que apostar por nuestro país porque sí lo podemos lograr y, ciertamente, se toma en cuenta la opinión de mucha gente, pero yo pienso que todavía hace mucha más falta oír a la gente, faltan muchas consultas».
–Entonces, ¿la clave radica en las políticas públicas?
–La responsabilidad social también depende de la eficiencia de las políticas públicas, a partir de la rebaja de impuestos por acciones como la atención a la minusvalía y el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores.
«Y pienso que la responsabilidad social hay que incentivarla al margen de la situación del país, aunque falte un presupuesto amplio para ese fin, pero podemos promover la educación en responsabilidad social, empresarial porque muchas veces no hacemos las cosas por falta de autorización o de educación para entenderlas.
«En el periodo especial, se les pedía a las empresas una ayuda para darle comida a las embarazadas, y la empresa decía: “Yo lo hago, pero voy a ir preso en cualquier momento porque no tengo el autorizo por mi objeto social para ofrecer comida gratis”. ¡Qué contradicción!».
–¿De qué manera es posible concientizar en los empresarios los beneficios de la responsabilidad social?
–He visto enseñar sobre responsabilidad social, en qué consiste el carácter cooperativo...
«¿Por qué nosotros no le impartimos a los muchachos esas materias, para que luego les den seguimiento hasta la universidad, y que los empresarios, dentro de su entrenamiento, contemplen la responsabilidad social?
«Además, debiera aparecer en los reglamentos de trabajo de las empresas».
«Las empresas debieran tener la indicación del cuidado al medioambiente, no en general, sino para sus actividades específicas, que es como se cuida de verdad.
«El asunto de los desechos sólidos, los efectos en el hombre y en la naturaleza cuando dejamos de recogerlos, o transitamos por lugares contaminados, implican, por ejemplo, adoptar una postura de responsabilidad social».
Este tema, sin embargo, no es ajeno al entorno empresarial cubano; varias normativas jurídicas tributan a ello, como la Resolución 201 del Ministerio de Finanzas y Precios, aprobada en 2023; pero todavía faltan muchos aprendizajes colectivos para multiplicarlo como práctica.