Frentes de Las Villas, lecciones de unidad
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A la incansable labor del Comandante Ernesto Che Guevara, paladín de la unidad revolucionaria, se debe en gran medida la creación del Frente de Las Villas, acción que comenzó a tejerse a partir del 16 de octubre de 1958, cuando la Columna No. 8 Ciro Redondo, procedente de la Sierra Maestra, arribó a la finca Planta Cantú, en el macizo montañoso espirituano.
Aquel día comenzaba a escribirse una de las páginas más brillantes de la historia de Cuba, que había tenido sus inicios el 31 de agosto de 1958, cuando partió de El Jíbaro, Sierra Maestra, la columna invasora comandada por el Che, integrada por 144 hombres, y que traía como segundo al mando al Comandante Ramiro Valdés Menéndez.
Luego de una azarosa travesía, motivada por las inclemencias del tiempo, el total desconocimiento del terreno y la falta de informaciones sobre los movimientos de tropas del ejército batistiano, el líder guerrillero y su tropa llegaron a tierras espirituanas, donde encontraron una complicada situación política, signada por la desunión.
En predios villareños operaban distintas agrupaciones guerrilleras, desde las genuinamente revolucionarias, pertenecientes al Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR), el Movimiento 26 de Julio y el Partido Socialista Popular (PSP), hasta el llamado Segundo Frente del Escambray, en el que coexistían elementos honestos con una dirección francamente contrarrevolucionaria.
Ante tales circunstancias, para el Che no había tarea más importante que lograr la unidad de las fuerzas que combatían a la tiranía. Para derrotar la desunión, tan pronto como pudo, se entrevistó con Víctor Bordón Machado, y con Faure Chomón Mediavilla, jefe de la Columna del Directorio, quien le aseguró que no entraría en acuerdo con el Segundo Frente, dirigido por Eloy Gutiérrez Menoyo, porque la dirección de esa agrupación tenía «una línea propia de bandidos», le aseguró Chomón.
El 26 de octubre, la columna invasora tuvo su bautizo de fuego con el ataque al cuartel de Güinía de Miranda. Al amanecer de aquella jornada, los disparos de las huestes rebeldes despertaron a los habitantes de ese poblado y a los soldados apostados allí; con ese combate se marcaba el comienzo de la cadena de victorias del Che en el Frente de Las Villas.
Unos días después, en la finca La Gloria, en El Algarrobo, el Comandante argentino y Chomón Mediavilla
volvieron a reunirse, ocasión en la que el Che se mostró indignado por la actitud del Segundo Frente, ante cuya conducta se planificó, por ambos, neutralizar el accionar de Menoyo y su gente, mediante la firma de un pacto entre ambas organizaciones.
Ante los éxitos de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra y el empuje rebelde en la zona central de Cuba, liderado por Camilo y el Che, el Estado Mayor Conjunto del Ejército Constitucional aprobó un plan estratégico para Las Villas, consistente en lanzar una ofensiva desde tres direcciones distintas: Fomento, Cabaiguán y Sancti Spíritus.
Luego de los descalabros sufridos por la tiranía en la referida ofensiva, el Che comenzó a planificar, con la participación de todos los grupos, la contraofensiva rebelde, para lo cual debió sellar la unidad con las fuerzas de las organizaciones que operaban en la zona.
Fue así como, el 1ro. de diciembre, se firmó una declaración de unidad entre las fuerzas del M-26-7 y el DR, conocida con el nombre de Pacto del Pedrero. Ocho días después, el PSP se adhería a esta alianza, y el 12 de diciembre firmaba con el Segundo Frente Nacional del Escambray un nuevo pacto que daba a conocer las bases de un grupo de acuerdos entre las dos fuerzas rebeldes, destinado a la formación de un frente único.
A partir de la derrota de las huestes batistianas, la columna del Che y el resto de las fuerzas revolucionarias iniciaron una contraofensiva que liberó a Fomento el 18 de diciembre. Con esa acción se dio inicio a la Campaña de Las Villas.
La epopeya dio el golpe de gracia a la oprobiosa tiranía, que ante los avances rebeldes en Oriente y la histórica Batalla de Santa Clara, se vio obligada a claudicar.
El Frente Norte de Las Villas fue otro bastión que aceleró la victoria
Sesenta y cinco años atrás, en el corazón de Cuba, el Frente Norte de Las Villas también se erigía como un bastión de la resistencia, un faro de esperanza en la lucha insurreccional y un capítulo imperecedero que hilvanaba la historia de la Revolución Cubana.
En el campamento de Jobo Rosado se había producido un momento de unidad revolucionaria, el 7 de octubre de 1958: el Destacamento Máximo Gómez, del PSP, que operaba en la zona bajo las órdenes del comandante Félix Torres, recibe a los hombres de la Columna No. 2. Antonio Maceo, y se pone a disposición de su líder, el comandante Camilo Cienfuegos, quien cumplía el encargo de Fidel de llevar la guerra hasta el Occidente del país.
Las pequeñas montañas y los bosques densos de esta región se convirtieron en testigos mudos de una voluntad implacable, brindaron refugio a los rebeldes hambrientos y cansados que se habían trasladado desde el Oriente del país; pero enseguida recibieron alimentación, ropa, zapatos y, sobre todo, el cariño y admiración de los habitantes de la localidad.
Así describía Camilo, tiempo después, su llegada a este territorio: «¡El río Jatibonico! El agua daba al pecho y la corriente era muy fuerte. Yo besé la tierra villaclareña, todos los hombres que componían la tropa estaban alborozados. Una pequeña parte de nuestra misión estaba cumplida».
Las acciones del recién constituido Frente Norte de las Villas serían vitales para el desarrollo de la lucha, ya que esta zona, que incluye hoy parte de las provincias de Sancti Spíritus y Villa Clara, tenía un sólido cuerpo militar, cuarteles en varios pueblos y fuerzas armadas, además de la línea norte del ferrocarril.
En los montes de Juan Francisco, a ocho kilómetros de Yaguajay, Camilo Cienfuegos estableció su comandancia, mientras atacaba algunas guarniciones pequeñas. Esta posición, y la llegada de mejor parque militar, permitieron llevar a cabo una serie de ataques exitosos contra las fuerzas de Batista, determinantes en la liberación de Seibabo, Venegas, Perea, Zulueta, General Carrillo, Jarahueca, Iguará, Meneses, Mayajigua y Yaguajay.
El Frente Norte de Las Villas no solo contó con valientes guerrilleros, sino también con el apoyo de la población local. Los campesinos y las comunidades rurales se unieron a la causa, proporcionando alimentos, refugio y valiosa información a los rebeldes.
En los anales de la historia relucen los momentos épicos de la Batalla de Yaguajay, los últimos diez días de diciembre de 1958. El comandante Camilo Cienfuegos encabezaba la toma de esta ciudad, tras difíciles combates, lo que sería un golpe trascendental que debilitó los cimientos del régimen de Batista, que llegaría a su final al día siguiente de la victoria rebelde en Santa Clara y tras la huída del dictador.
Esta gesta histórica en la zona central, que duraría alrededor de tres meses, sigue recordándose como un símbolo del esfuerzo de este pueblo por la justicia y la independencia definitivas.