El milagro de Cuba es la realidad de su pueblo

Autor: Oscar Sánchez Serra.

Ni milagro ni ciencia ficción. Si se quiere ver la realidad de la que es capaz una obra humana por excelencia, en la cual el hombre es la principal divisa, el primer renglón económico y la razón de ser de la política, sin chovinismo, mire hacia Cuba.

Sí, a la Isla que los antisociales de las redes sociales denigran y mancillan, en la que pintan a sus gobernantes como incapaces, en la que riegan a los cuatro vientos que sus médicos son esclavos y víctimas de la trata de personas. Sí, a la Mayor de las Antillas, donde esos mismos misántropos quieren hacerle creer al mundo que hay un caos e incitan al linchamiento de sus dirigentes.

Cuando no había redes sociales ni existía la internet, eran tan antisociales e igual de mercenarios que ahora, y entonces, como en estos días, salieron con el rabo entre las patas. Mintieron y mienten por el dinero que les ofrecen los ineptos y los derrotados de siempre, quienes pagan porque les molesta la verdad de Cuba, esa que parece un milagro, pero que tiene como responsable de la realidad a su pueblo.

Les recome los hígados no poder con este pedacito de Caribe, al cual la mayor potencia de la humanidad ha querido matar de hambre, asfixiándolo económicamente, dejándolo sin medicinas para sus niños, agrediéndolo en el terreno militar y biológico, persiguiendo sus cuentas en el extranjero e impidiendo que le llegue combustible. Les quema los ojos ver a este país erguirse como un ejemplo mundial en la lucha contra la COVID-19. Les pone la cabeza mala, les da migraña, se vuelven locos con la noticia de que prácticamente toda la nación pasa a la nueva normalidad.

Pero Cuba les tiene otra mala noticia: el mismo imperio, cambie o no de jefe en noviembre, verá la implementación de lo acordado en el 6to. y 7mo. congresos del Partido, con lo cual se asentarán las bases de un desarrollo próspero y sostenible, en el que todos cuentan, con la realización de sus aspiraciones individuales en la concreción de un proyecto de país.

Un sistema de Salud universal y el Estado como garante de una sociedad en la que los valores felicidad, sensibilidad, solidaridad, participación, son sagrados, permiten que los indicadores ante la letal enfermedad no tengan nada que ver con lo que pasa en el planeta.

Por eso, el presupuesto del Estado amparó, y ampara, la contienda ante el patógeno; los estudiantes fueron a las zonas rojas; los que no pudieron seguir en sus puestos de trabajo, para evitar la aglomeración, asistieron en los barrios; el transporte estuvo en el frente de combate, igual que las comunicaciones y las nuevas tecnologías; los campesinos han puesto sobre la tierra el sudor en pos de la soberanía alimentaria, que es también seguridad nacional; el turismo, la educación, las universidades, el deporte aportaron sus instalaciones para los centros de aislamiento; por eso las ciencias se unieron, sin egoísmos ni protagonismos, integrándose en una lucha por la vida y tributando a los médicos variables de soluciones.

«Es casi un milagro, lo que pasa es que detrás de ese milagro hay una idea que defender, hay experiencias, baluartes, el pensamiento de Fidel, del Che y del General de Ejército Raúl Castro», dijo el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, al hablarle al pueblo el pasado jueves.

No es Cuba una sociedad perfecta, su gente es exigente e inconforme, atributos indispensables para la victoria, pero sí es dueña de su país. Esa independencia y soberanía por la que tanto se ha luchado, y se lucha, salvan vidas, y son patrimonio del socialismo, y de una Revolución, cuando es verdadera, como la nuestra. Artículo tomado del periódico Granma Digital.