El credo de la revolución
De credo programático de la revolución y resumen del pensamiento martiano sobre política y guerra, calificó el historiador Rolando Rodríguez al Manifiesto de Montecristi , firmado en esa localidad de la República Dominicana por Máximo Gómez y José Martí el 25 de marzo de 1895.
El texto reflejaba el compromiso y la impaciencia de los patriotas con una obra inacabada que era preciso concluir. De ahí que precise que la lid iniciada en Yara estaba entrando en una nueva etapa y no perseguía el triunfo de un partido cubano sobre otro Era la materialización del anhelo de independencia del pueblo.
El documento la define como el producto disciplinado de la reunión de hombres enteros que en el reposo de la experiencia se habían decidido a encarar otra vez los peligros conocidos, y de la congregación cordial de los cubanos de más diverso origen, convencidos de que en la conquista de la libertad se adquirían mejor que en el abyecto abatimiento, las virtudes necesarias para mantenerla.
Generosidad y nobleza se revelan en la afirmación de que la guerra no era contra el español que en la patria lograda podría gozar de respeto, como tampoco se albergaba odio contra el soldado enemigo, arrancado de su tierra para ir a la guerra y muchas veces morir en la flor de la juventud. Y a los peninsulares que ayudaraqn a obtener la independencia los miraba como cubanos.
Fe en la victoria se respira a lo largo del doumento, al expresar la confianza en la competencia de sus hijos esa la confianza en la competencia de sus hijos para obtener el triunfo y de su capacidad para salvar la patria desde su raíz de los desacomodos y tanteos de las repúblicas feudales y teóricas de Hispanoamérica, que han caído en el error de ajustarse a moldes extranjeros.
Por ello plantea que desde sus raíces se ha de constituir la patria con formas viables, y de sí propia nacidas de modo que un gobierno no la conduzcan a las parcialidades o a la tiranía.
Condena a quienes azuzan el miedo al negro y proclama que sólo los que odian al negro ven en el negro odio, y los que con semejante miedo trataban de sujetar, las manos que pudieran erguirse a expulsar de la tierra cubana al ocupante corruptor.
El Manifiesto precisaba la trascendencia internacional de la lid que ya se libraba en suelo cubano cuando precisa que la guerra de independencia de Cuba, es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas y al equilibrio aún vacilante del mundo.
Y agregaba que por ello cuando en esta tierra caía un guerrero de la independencia, abandonado tal vez por los pueblos incautos o indiferentes a quienes se inmola, cae por el bien mayor del hombre, la confirmación de la república moral en América y la creación de un archipiélago libre donde las naciones respetuosas derramasen las riquezas que a su paso han de caer sobre el crucero del mundo.
El Manifiesto de Montecristi, suscrito por Martí, en su condición de Delegado del Partido Revolucionario Cubano, y Máximo Gómez, general en jefe del Ejército Libertador, constituye un documento apasionado, algo inusual en un texto que anuncia una guerra, pero no podía ser de otro modo porque había brotado de la pluma del Apóstol y él se había encargado de plasmar la necesidad de una contienda sin odios pero impostergable para conquistar la felicidad de su pueblo, y que se proyectaba hacia una república justa cuya emancipación contribuiría a preservar la libertad latinoamericana y la estabilidad del hemisferio..