Con el mismo ímpetu y amor patrio de hace 64 años, llegó a tierra tunera la Caravana de la Libertad, esta vez, protagonizada por las generaciones que, orgullosas de seguir el ejemplo preclaro de aquellos patriotas, prosiguen hoy construyendo la historia de la Revolución.
La Plaza Martiana, en el corazón de la ciudad de Las Tunas, fue el lugar escogido para que el acto de recibimiento deviniera escenario de compromiso y apego a la Patria, en momentos en que tan necesario resulta el concurso de todos.
Como cada año, el pueblo de esta tierra acompañó a los caravanistas y coreó con ellos las consignas patrióticas que han guiado el devenir histórico de la nación, y nuestra decisión irrenunciable de salvaguardar la independencia que como luz inagotable brilló en aquel enero de 1959.
Similar fue el sentimiento vivido en Camagüey, pero esta vez el escenario fue la Plaza de la Libertad, denominada así, precisamente, en honor a aquella caravana de gloria.
Fue ese el lugar desde el que, aquel 4 de enero, Fidel se dirigió al pueblo camagüeyano, al que, entre otras reflexiones, le aseguró que no eran necesarias las promesas, que lo verdaderamente necesario era el hacer, y en eso invertirían sus energías. Así fue, sin dudas, hasta el último de sus suspiros, y lo es hoy para este pueblo agradecido.
En ambos territorios, la oportunidad fue propicia para entregar a valiosos jóvenes el carné que los acredita como militantes de la Unión de Jóvenes Comunistas, otro frente desde el que, a partir de ahora, podrán fortalecer su fidelidad a la Patria.
Aquellos que en la jornada alzaron su voz, en nombre de sus compañeros, dejaron claro que en Cuba hay futuro, porque el futuro es de las nuevas generaciones y estas no están dispuestas a dejarlo perder bajo ningún concepto.