Camilo y otros días de la Revolución Cubana
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Pedro Mir, Poeta Nacional de la República Dominicana, sentía una admiración extraordinaria por el comandante Camilo Cienfuegos. Precisamente se encontraba en Cuba cuando «el más brillante de todos los guerrilleros» –al decir del Che–, desapareció en el mar. Decía Mir, que Camilo era un genuino héroe popular, protagonista de hazañas increíbles de audacia, intrepidez y valor…
Escuchó su último discurso, pronunciado el 26 de octubre de 1959, en el antiguo Palacio Presidencial, y había leído mucho sobre su asombrosa vida. Conoció después, a través de exiliados dominicanos en La Habana, que el Señor de la Vanguardia había tenido una participación importante en el apoyo a los hombres del contingente glorioso de Constanza, Maimón y Estero Hondo, que irían a combatir al tirano Trujillo, en el verano de 1959.
Se daba como un hecho que Camilo, el hombre de confianza del Jefe de la Revolución Cubana, en su nombre, había despedido a los expedicionarios poco antes de zarpar, y que el final de sus palabras había sido un vibrante: «¡Viva Santo Domingo libre!». Pedro Mir lo narraba emocionado, como si hubiera estado allí. Esas cosas lo impresionaban muchísimo, era muy sensible.
La desaparición del legendario Comandante lo conmovió en lo más profundo y grabó en aquellos días, en su propia voz, un largo canto recogido en tres partes, dedicado a Camilo, pero que no publicó entonces porque le pareció un tanto convencional y que no estaba a la altura de los merecimientos del héroe. El poeta acostumbraba a grabar sus textos y después los escuchaba muy autocríticamente.
Cuando regresó a Santo Domingo, en 1963, muchas de esas grabaciones quedaron en La Habana, en casa de su hermano, el ingeniero Luis Emilio Mir (ya fallecido), quien las facilitó más tarde a este autor.
Sea este 28 de octubre el homenaje al héroe, a partir de esos versos casi desconocidos del poeta, nacidos en las mismas circunstancias de aquellos octubre y noviembre de 1959.
BÚSQUEDA DEL COMANDANTE CIENFUEGOS
Por todas las zonas, debajo de todas las raíces (…) / Con todos los brazos y los sueños / Con todas las uñas y atributos / Con todo el coraje y las hormigas / que en ninguna parte, que en ningún reflejo / Debajo del agua, debajo del agua, comandante / Amigo de apenas en la orilla, de este espeso orgullo verdadero. / Nuestra amiga mano, nuestro hermano, de mi sueños lleno / de una siembra semejante / (,,,) / Por todas las fajas de la anchura del monte y del viento / Por el agua, debajo del agua / Debajo del cielo de mi pueblo, tibio todavía, vigoroso, en el mismo epílogo de Cuba, firme. / Luego palpitante, y luego en los ojos de La Habana / y en la Sierra Maestra y todo el corazón de serranías de este continente vigilante (…) Todos, en silencio y sobre el aire, al lado del día y los crepúsculos / En la misma espina del otoño, pasando el camino de la voz (…) Debajo del agua, con todas las fuerzas debajo del agua / Con toda la angustia debajo del agua / Con todo este pueblo tocando a las puertas / Debajo del agua, debajo del agua (…).
Así, en esta primera parte, el poeta va describiendo la afanosa y angustiosa búsqueda del héroe por tierra, aire y mar, por todo el pueblo cubano y por el Ejército Rebelde, encabezado por Fidel, su Comandante en Jefe. El poema continúa con la falsa noticia de la aparición de Camilo, propalada por enemigos de Cuba.
CRÓNICA DE LA ALEGRÍA
Alguien ladinamente la colocó en el aire / y bruscamente estalló: ¡Camilo vive! / Por las platabandas, por los techos, por las calles / Por el orden bravío del espacio / y los dinteles empezó a levantarse / Fue como un látigo instantáneo: ¡Vive! / que despertó adoquines y cadáveres (…) / Empezaron a abrirse paso por el clima / Saliendo de las paredes y de los cristales / Saltando de los edificios de la Rampa, por la calle 23 / y el imperante aroma del Rincón Martiano (…) / Muchedumbres descalzas, gritos y cabezas al rape / Los ómnibus seguían la repentina ruta del júbilo y circundaban el Parque Central / Y retornaban a la Colina, donde el Alma Mater, calladamente virgen, era besada / (…) / Alguien airadamente la recogió del aire / (…) / Cayó la noche lentamente y ciudadanamente / como un capote de lluvia o un desastre (…) Muy lejos se agrietó una risa / Era el aire.
LA PALABRA MALDITA
En la tercera y última parte del canto es en la que se denuncia y desenmascara la conspiración contrarrevolucionaria que tuvo lugar en la provincia de Camagüey (octubre de 1959), y en la cual el dominicano reafirma su confianza en la lucha del pueblo cubano y en su Revolución.
Fue, precisamente, Camilo Cienfuegos quien, con su decidida acción y lealtad infinita a la Revolución y a su Comandante en Jefe, el que paralizó la sedición y detiene al jefe traidor, cumpliendo indicaciones de Fidel.
El día 28 de ese mes, el héroe, víctima de un accidente aéreo entró a la historia de los inmortales. Hubo en Latinoamérica quienes compararon esta conspiración con la acción contrarrevolucionaria del ejército guatemalteco, en 1954, auspiciada por la United Fruit, la cia y el Departamento de Estado de Estados Unidos. Pedro Mir, que había vivido aquella tragedia, la aborda en su canto:
¿Quién pronunció la palabra Guatemala? / Todavía tengo yo en mi corazón aquella herida / Todavía tengo yo en mi corazón aquellas lágrimas (…) / Enterraron a la niña que murió de la pólvora / a la reforma agraria / Esa fue la traición del jefe del ejército de Guatemala (…) Este por quien están llorando todas las mañanas / las infinitas gotas de rocío / que caen de los colegios y de las colegialas / Este por quien los hombres se desvelan y gimen / levantando las sombras y el pellejo del agua / Este era un jefe del Ejército Rebelde (…) Hecho con la más fiel de las sangres derramadas / Hecho con ladrillos de pueblo y su espesura (…) / Con su sonrisa y su rabia, su gesto y su idioma / Su gesto vigoroso, su idioma y su carcajada / Enamorado de todas las noches y de todos los momentos de la reforma agraria. (…) ¡Ay comandante Camilo! / Ay de quien se atreva a lastimar tu obra (…) Al frente van Fidel y Raúl y Guevara y Almeida y un cañón del alma caliente de tu pueblo / ¡y va la reforma agraria! / Y a cada nueva agresión o cada intento, más leyes revolucionarias (…) / Esta es nuestra respuesta, comandante Camilo / Puedes estar sereno, tu pueblo está sereno (…) Aquí no corre, ni vuela, ni trisca, ni el monte suena / ni en las calles cruje, ni produce oídos / Ni el pavor, ni las vacilaciones, ni las amenazas (…) ¡Y viva esta pasión que nos recorre en Cuba! / ¡Y viva la reforma agraria!
Para Fidel, Camilo «no tenía la cultura de los libros, tenía la inteligencia natural del pueblo, que lo había escogido entre miles para ponerlo en el lugar privilegiado a donde llegó…».
Pedro Mir, admirado por la humildad y la grandeza del héroe; admirado por el pueblo que se desgarró en su búsqueda, y que luego asumió la tristeza y la convirtió en coraje, escribió a Camilo para que, como leyenda misma de la Revolución, siga viviendo en esta pasión que recorre a toda Cuba y a los hermanos latinoamericanos.