Para la paz medalla de oro
- Para la paz medalla de oro
Lima.–Lágrimas de júbilo, abrazos, estrechones de manos y besos confluyen en la meta cuando el sudor inunda el cuerpo y la mente del vencedor aún no asimila que ha nacido un campeón, al que venerarán en agradecimiento a tanto esfuerzo.
Los juegos múltiples como estos Panamericanos, a los que no faltó ni uno solo de los 41 países de la región para respaldar su razón de ser cuando repiten «jugamos todos», van a la historia estampados con la hermosa realidad de tener a mucha gente buena reunida en este haz de pueblos que es Nuestra América.
Han pasado intensos días queriéndolo ver todo, a sabiendas de no poder abarcar los centenares de pruebas de un calendario que nos alejó de casa y de la familia por más de dos semanas, pero esa nostalgia por los tuyos es resarcida por la bondad de ver a la juventud del continente compartir en el más sano deseo de engrandecer a la Patria Grande.
Por estas razones, cada vez que vengo a cubrir una de estas fiestas de América toda, me hago la misma pregunta: ¿Cómo es posible que fuera de este noble ambiente competitivo, el hombre no sepa convivir en paz con sus congéneres?
Experimenté la misma inquietud cuando en 2018, durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, la acogida a la delegación cubana sobrepasó los límites de la amistad pueblo a pueblo, para ascender a una hermandad expresada por los anfitriones en los estadios. Al ver a tanta gente buena, pensé: ¿Cómo es posible que tarde décadas la guerra fratricida que desangra a Colombia, todavía sin solución definitiva?
No fueron pocos los que se nos acercaron para agradecer el desinteresado aporte de Cuba a las conversaciones de paz en La Habana. Eran hombres y mujeres deseosos de que esa fraternidad que mostraron espontáneamente a los visitantes en los escenarios deportivos barranquilleros cubriera con su hálito al país entero, para vivir en paz.
Vuelvo a Perú por segunda vez en la vida, y la mano amiga que nace de las gradas, de la calle, del propio evento ya en conclusión, me lleva a reflexionar si la especie humana en peligro, como vaticinara Fidel hace años, será tan irreflexiva como para no reparar en que un mundo mejor es posible. Empecemos por imitar lo que nos enseñan estas imágenes de confraternidad expandidas al universo desde estos Juegos Panamericanos.