Empresa Siderúrgica José Martí: la resurrección del acero
Como deseada resurrección trasciende la puesta en marcha de la Empresa Siderúrgica José Martí (Antilllana de Acero), momento que permitirá abrir las puertas para reactivar en abril la producción como resultado de un proceso de remodelación y modernización tecnológica de altísima repercusión para la economía nacional.
En sus predios sobresale la Acería Eléctrica, taller catalogado como el corazón del gigantesco enclave metalúrgico, ubicado en el municipio habanero del Cotorro, por ser el área donde surge el metal líquido para la obtención de palanquillas, un semiproducto a partir del cual se elaboran cabillas en diversos surtidos.
Reinier Guillén Otero, director general de Antillana, explicó que de conjunto con técnicos rusos se trabaja en la depuradora de gases y se prevé el arribo de otros especialistas procedentes de México e Italia que laborarán en la máquina de colada continua y en la arrancada del horno por arco eléctrico y de esa forma accionar en paralelo con vistas a poner en funcionamiento la acería.
A
partir de ahí —agregó— comienza un ciclo de unas 15 hornadas y una vez que lo logremos con todos los parámetros requeridos junto a las pruebas “en caliente” con el sistema completo, daríamos por concluida la inversión en esa área.
La Acería Eléctrica podrá aportar a plena capacidad unas 250 mil toneladas de metal líquido al año, lo cual se alcanzará de manera progresiva, señaló Guillén Otero.
Es un momento muy esperado, de felicidad para el colectivo y de relevancia para la Revolución a partir del esfuerzo de nuestros trabajadores y directivos, así como del Grupo Empresarial de la Industria Sideromecánica y de los Ministerios de Industrias, Construcción, Energía y Minas, Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, entre otros organismos a través de diferentes empresas, significó.
Este es un ejemplo —subrayó— de cómo con la unidad hay resultados a pesar de los efectos de la pandemia provocada por la COVID-19, la difícil situación económica y financiera que afronta el país y las 243 medidas impuestas por Estados Unidos contra Cuba.
En paralelo a esta inversión también se llevan a cabo importantes transformaciones en el Laminador 250, tanto técnicas como para concluir la obra civil e incorporar el montaje del nuevo equipamiento del taller. Ahí queda trabajo por hacer todavía durante este año y el 2024 para obtener perfiles largos de calidad y una capacidad productiva de más de 220 mil toneladas anuales, precisó el directivo.
Algunos detalles
La ejecución del proceso inversionista en Antillana se inicia físicamente como tal en marzo del 2020lo cual estuvo antecedido por el otorgamiento de un crédito gubernamental de Rusia en el 2017, rememora Omar Reyes Ricardo, director de la unidad empresarial de base Acería Eléctrica.
De gran envergadura y complejidad han sido las acciones allí realizadas las que a grandes rasgos incluyeron la reparación total de columnas, pasillos, pisos y del 100 % del techo de una nave cuya altura máxima alcanza 45 metros. Asimismo, se procedió a la restauración y montaje de nuevas grúas y a fortalecer todo lo relacionado con la cimentación mediante hormigón de alta resistencia en espacios muy específicos.
Reyes Ricardo señaló que se encuentra lista una subestación de 220 kV y sus transformadores con el fin de garantizar calidad y estabilidad en el suministro de electricidad que demandan los puntos consumidores durante el proceso fabril.
Disponer de una nueva depuradora de gases para purificar las emanaciones derivadas de la fusión del metal constituye una valiosa contribución para evitar emisiones de elementos nocivos al medio ambiente, un problema que durante muchos años afrontaba Antillana.
Todo el esfuerzo desplegado allí ha sido posible por la participación de al menos una veintena de fuerzas especializadas procedentes de empresas y contingentes de constructores de las provincias de Holguín, Santiago de Cuba, Camagüey, Cienfuegos y La Habana.
Cuanto se ha hecho y lo que aun resta por hacer, junto a la cultura industrial y el sentido de pertenencia, tiene un valor determinante en la resurrección de esta siderúrgica capitalina, puntal de primera línea en el presente y futuro de obras sociales, edificación de viviendas y exportaciones.