Lo más revolucionario hoy es ser anticapitalistas
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El 10 de octubre cristalizó, en un mismo grito de rebeldía, lo más revolucionario del espíritu de la época. Tuvo su primera expresión el llamado a la unidad que ha movilizado a los cubanos desde entonces: la unidad por una nación libre frente a cualquier forma de dominación extranjera.
En aquella época, en el corazón mismo del sentido de nuestra identidad en ciernes, tomó forma la más dura de todas las contradicciones que hemos tenido que elaborar como pueblo, que ha marcado el rumbo de nuestra historia hasta el día de hoy: aquella entre la voluntad de ser dueños de nuestro destino y la tentación de ser a imagen y semejanza del imperio; primero España, luego Estados Unidos, cumpliendo con el destino de colonia que han trazado para nosotros.
Hoy, con un semblante diferente, el dilema es el mismo. La amenaza mayor para un país como Cuba no es solo la política injerencista de Estados Unidos y sus ansias de dominar nuestra economía en los mismos términos de hace 60 años. Las circunstancias han cambiado y el mundo se ha reconfigurado desde entonces. El riesgo fundamental que enfrentamos, junto a los otros pueblos de nuestra región, es el avance agigantado del capitalismo. Riesgo para la soberanía y la supervivencia.
Con la concesión de una libertad irrestricta al mercado, propia del modelo neoliberal, opera un nuevo tipo de colonialismo, a través de los mecanismos de coerción que ejercen los organismos financieros internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, sobre las economías nacionales, exigiendo la imposición de reformas estructurales que facilitan a las corporaciones transnacionales la explotación sin límites de los recursos naturales de nuestros territorios (aquí en el sur) y de la mano de obra, en condiciones casi esclavas.
La privatización sin control de sectores estratégicos que brindan servicios claves a la población, la reducción del gasto público, la precarización de las condiciones de trabajo, el repliegue del Estado de sus responsabilidades en materia de bienestar y seguridad social, la criminalización de los movimientos sociales anticapitalistas y una larga lista de vejaciones, representan, actualmente, el mayor peligro para la soberanía de las otrora colonias.
Hay quienes se sienten insatisfechos con el presente de Cuba, porque quisieran que los cambios conduzcan, de una vez, al desarrollo de un capitalismo bueno, como si eso fuera posible (sobre todo, para los más vulnerables), o quieren que hagamos concesiones para que el vecino nos perdone y nos acoja nuevamente en su tutelaje, como si eso fuera digno.
Tampoco estamos satisfechos con el presente de Cuba quienes no queremos ver una historia de rebeldía trocada en sumisión y abismales diferencias sociales. La única diferencia es que entendemos que, para sostener la libertad que nos legaron nuestros próceres, y alcanzar un progreso que no deje fuera a ningún cubano, la senda deberá seguir siendo antimperialista. La única forma de ser consecuente con el legado de los padres que fundaron la Patria es tratar de salvarla del capitalismo, hasta las últimas consecuencias.