«Esta bendición no se vende»

Autor: José LLamos Camejo. Guantánamo.–Con la mano izquierda sobre ese lado del pecho y un destello de picardía en su casi octogenaria mirada, anunció que «Abdala ya está en el cuerpo de esta “individua”», y luego soltó una decibélica carcajada. Había permanecido una hora bajo la pupila médica, tras recibir el pinchazo. «Estoy campana», confesó, a la salida del policlínico 4 de Agosto, del reparto Caribe, una de las cinco áreas de la urbe guantanamera donde, a la par que en Santiago de Cuba y Bayamo, Abdala cumple la fase iii de los ensayos clínicos. La simpática viejecita se robó la arrancada en el diálogo. Y el periodista, temeroso de que sus preguntas le restaran voz a tanta humildad, y despojaran de espacio a las conjeturas, o de encanto a la ilusión que salía de los labios de aquella anciana, se limitó a interponer adverbios e interjecciones, que ayudaran a mantener el relato en la dirección deseada. Cautivadora es esta cubana, que no pasa una semana sin leer poemas: «Ellos me ayudan a soportar el aislamiento», dice, con un acento de gratitud que le desborda el pecho, «por este amanecer que llega después de una noche larga, de un año sobresaltada por mí, por mis hijos y mis nietos; por los vecinos, la familia, por mi país». «No te rías», solicita en tono confidencial, algo tímida, casi inocente: «De esa luz que se vio en el cielo hace poco, y creían que era un meteorito, yo siempre pensé otra cosa. ¡Fue algo divino, mijito! Pasó cuando Abdala venía en camino hacia acá. El milagro lo fabricó un laboratorio en La Habana, pero la señal vino por el cielo», dice, con dos eventos luminosos en la mirada. Mientras estuvo en trajines de la inyección, le decían «individuo». «Me explicaron que a quien va a recibirla se le identifica por códigos, y también que los ensayos clínicos anteriores demostraron que Abdala es un candidato vacunal muy seguro. ¡Le tengo una fe…! Aún me faltan dos dosis de reactivación. «Yo, la reina de las trastadas, a la palabrita aquella le cambié la “o” por la “a”, y en el momento de la inyección pensé: «Mí misma: ¡Eres una individua muy afortunada; de las primeras en recibir el pinchazo que te protege a ti, y que les hará lo mismo a millones, y sin pagar un centavo! ¡Felicidades!»–, y suelta otra carcajada. «¡Qué médicos y enfermeras tan jóvenes y cariñosos! Dios los bendiga, y a los científicos, y a nuestro Gobierno; no descansan para librarnos de esta pesadilla. ¡Y así mismo hay quien trata de hacernos daño! Escribe ahí, que pronto vamos a tener Abdala, Soberana 01, 02 y Plus, y Mambisa; y también di que Cuba es tierra bendita, y que esta bendición no se vende». Artículo tomado del periódico Granma Digital.